“Kamandi, the last boy on Earth” o “Kamandi, el último sobreviviente” que fue como se tradujo por primera vez al español por la entrañable editorial mejicana Novaro, siempre se ha considerado una obra menor dentro de la extensa producción del “rey del cómic”, Jack Kirby. Y precisamente esto le ha concedido también a través de los años un aura de obra de culto.
Esta obra surgió tras el abandono de Kirby de la editorial Marvel por desavenencias con su guionista de cabecera Stan Lee, más preocupado en aquel entonces por otras labores editoriales más empresariales que artísticas. Y en cierto modo también por su resentimiento con “La casa de las ideas” por no haber obtenido el reconocimiento artístico ni económico que debía merecer según su opinión. A raíz de esto “El Rey” fue fichado por Carmine Infantino para DC, editorial con la que desarrollo “El Cuarto Mundo” con total libertad creativa. Esta iniciativa fue un fracaso estrepitoso, así que comenzó otras cabeceras como The Demon, OMAC y Kamandi.
Esta última propuesta fue impulsada por el propio Infantino que había intentado conseguir sin éxito los derechos de adaptación al comic de la película de 1968 “El Planeta de los Simios” y lejos de darse por vencido le planteó a Kirby que realizara una historia similar pero lo suficientemente alejada de esta para no incurrir en el plagio.
Así nace Kamandi que desde la portada del primer número muestra con descaro su fuente de inspiración (esa estatua de la libertad semihundida en las aguas que inundan un Nueva York devastado) pero que consigue alejarse de esta gracias a la desbordante imaginación visual y narrativa de Kirby y a la incorporación de los decorados tecnológicos y la ciencia ficción a la historia, género favorito de este autor.
Kamandi (“COMMAND D”) es la historia del último superviviente de la tierra criado por su abuelo en el búnker Command D. La historia se desarrolla en un futuro post-apocalíptico tras una catástrofe nuclear que devastó la tierra tal cual la conocemos. Ahora los humanos que quedan son una raza sin apenas inteligencia y los animales han mutado en seres antropomórficos y dominan el planeta repitiendo los mismo errores que cometió el hombre antes del holocausto. El protagonista tendrá que luchar por su supervivencia en este entorno hostil y llevará a cabo una huida sin fin en busca de respuestas que no deja un segundo de respiro al personaje ni al lector en una enloquecida carrera con constantes y sorprendentes giros de guión.
Es un relato que reúne, durante los 40 números que realizó Kirby, todas las virtudes que le han convertido en un icono del cómic y también porque no decirlo todos los defectos que siempre remarcan sus detractores. Así esta historia de aventuras con trasfondo antibelicista y ecologista encierra esa épica grandilocuente y desbordada propia del autor, esos verborreicos diálogos, ese dibujo cargado de ímpetu y dinamismo propios del Kirby más desatado (memorables esas Splash-Page a doble página) y también grandes dosis de ingenuidad en cada página. Porque Kirby siempre fue un excelente dibujante pero un guionista excesivamente creativo, que tenía más imaginación e ideas que las podía canalizar coherentemente en una historia.
En definitiva kamandi es un divertidísimo entretenimiento, un cómic de serie B con mayúsculas que convierte sus carencias en aciertos para el lector que se deje llevar por este relato cargado de imaginación, acción y aventura. Y es que por algo Kirby es “El Rey”