Kill Bill

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Cada uno tendrá su favorita pero en mi opinión la 4ª película de Quentin Tarantino es su obra maestra absoluta. Estoy hablando por supuesto de “Kill Bill” (“Matar a Bill” o aludiendo a un doble sentido no tan obvio y literal “Liquidar la factura” o “Saldar la cuenta” significados más acordes con el espíritu vengativo que mueve el film)
Y es mi película favorita de Tarantino porque esta historia dividida en dos volúmenes de la venganza de una madre embarazada a la que han arrebatado su hijo no nato y matado a su prometido y resto de invitados el día de su boda, reúne todas las constantes de su cine. Es la quintaesencia de su forma de hacer películas en una suerte de Grandes Éxitos elevado al cubo de su excesivo, inconfundible e inimitable (aunque imitado hasta la saciedad) estilo. A saber, sus películas tienen una curiosa mezcla de estilizada violencia y humor (Esa pausa para un café en la cocina en mitad de una pelea a muerte con cuchillos tras la llegada de un autobús escolar o la descomunal pelea con los 88 maniacos por ejemplo), sus obras también están conformadas por un cinéfilo y sobresaliente robo/homenaje/reciclaje de elementos de otros filmes (ese plano partido en dos tan propio de Brian de Palma, esos zoom tan setenteros hacia los ojos de la protagonista cuando se avecina la venganza) y algunos también propios (ese ya famoso y recurrente plano subjetivo desde dentro del maletero de un coche), una ecléctica selección musical en su banda sonora (de Nancy Sinatra a Lole y Manuel pasando por Ennio Morricone) que se funde para siempre con sus imágenes como el queso con la pizza, una increíble mezcla de estilos y géneros cinematográficos que se antoja imposible de maridar y que en otras manos resultaría harto indigesto (Cine de artes marciales, Spaghetti Western, Giallo italiano, Nouvelle Vague, Anime japonés…), una colección de carismáticos e inolvidables personajes que tras conocerlos permanecen en la retina del espectador para siempre (Esos dos secundarios interpretados ambos maravillosamente por Michael Parks, el tejano jefe de policía que descubre la matanza que abre la historia acompañado siempre con su hijo nº1 y ese lascivo y aterrador proxeneta fronterizo que desfigura a sus prostitutas), un obsesivo fetichismo por los pies y por los objetos que aparecen cuidadosamente retratados como un personaje más (como la katana de Hattori Hanzo, el llavero de la “Pussy Wagon” Coñoneta se llamó en español, o la lista negra que con mimo rehace y reescribe tras cada nuevo asesinato vengativo la protagonista de la historia), un elaborado guión lleno de saltos temporales y dividido en capítulos (Estos segmentos del film que son como pequeñas piezas completas con su planteamiento, nudo y desenlace. Y funcionan casi como cortometrajes individuales dentro de la película), largos diálogos sobre temas ajenos a la trama principal que alivian e incrementan a la vez la tensión en ciertas escenas, la absoluta imprevisibilidad del desarrollo de su argumento que te lleva hacía donde quiere el director en cada momento y sobre todo la increíble pasión que transmite el cineasta en cada plano que rueda.
Tarantino a lo largo de su carrera ha creado un elaborado universo tremendamente personal, con sus propias normas y su propia mitología si a esto añadimos su peculiar manera de entender el cine asimilando como propia toda su formación cinéfila de títulos de serie B cuando era dependiente de un videoclub, finalmente obtenemos un entramado de elementos que se conforman en un estilo propio, casi un género propio en sí mismo, que ha dado en llamarse “Tarantiniano” y que tiene legión de seguidores en todo el mundo.
Además de un gran realizador de cine, Tarantino también es un gran director de actores y ha rescatado del olvido a varios de sus mitos dirigiéndolos y escribiendo inolvidables papeles para ellos, tal es el caso de David Carradine como Bill, el grandísimo villano de esta cinta. Pero aparte de Bill en el díptico que conforma esta historia de venganza hay otros grandes personajes como los componentes del escuadrón “Víbora Letal” (O-Ren Ishii, Vernita Green, Budd y Elle Driver), el forjador de espadas, maestro guerrero y chef de sushi Hattori Hanzo o Pai Mei, ese peculiar maestro de Kung Fú interpretado genialmente por Gordon Liu. Pero sobre todos ellos destaca especialmente la protagonista, el personaje de La Novia, también conocida como Mamba Negra, también conocida como Beatrix Kiddo. Uno de los personajes más icónicos de toda la filmografía de Tarantino, interpretado por una inmensa y entregada Uma Thurman, que además coescribió el guión de la película junto al cineasta, y donde interpreta seguramente el mejor papel de su carrera y por el que siempre será recordada.

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