Tex Avery , dibujante, director y productor de dibujos animados ha sido una de mis máximas influencias desde que conocí su trabajo hace años. Fué el creador y desarrollador de personajes tan míticos como Bugs Bunny, el Pato Lucas, el Cerdo Porky, la Ardilla Screwball o ese perro chiquitajo y adormilado llamado Droopy
Pero sin duda sus personajes más populares son el Lobo Wolfy y esa curvilínea corista de nombre indefinido que lo trae de cabeza. Con ellos llevó hasta límites insospechados y nunca vistos los “Takes” (recurso de animación basado en la anticipación y reacción expresiva de un personaje ante un hecho inesperado o sorpresivo). Estas reacciones violentas de extrema distorsión hacían que el Lobo protagonista de estos cortometrajes se estirara como un muelle, que sus ojos salieran fuera de las órbitas, que su cuerpo se rompiera en pedazos, que su mandíbula se desencajara y su lengua se estirara y ondulara como una enorme serpiente, que volará por los aires o que perdiera toda la ropa de golpe para un instante después recuperarla.
Avery rompió los esquemas tradicionales en el campo de los dibujos animados con su famosa frase “en animación puedes hacer cualquier cosa”, llevándola a terrenos nunca vistos. Y así alejándose totalmente del realismo creó comedias locas y frenéticas donde todo era posible
Su legado ha influenciado a gran multitud de obras posteriores como los “Tiny Toons”, Los “Animaniacs”, “Ren y Stimpy”, el popular genio de “Aladdín”, “Quién engañó a Roger Rabbit” o la película interpretada magistralmente por Jim Carrey “La Máscara”.
Pues aquí va mi pequeño homenaje a la obra de este genio y en especial a su corto de 1943 “Red Hot Riding Hood”, descacharrante desmitificación del cuento popular “Caperucita Roja” y uno de los más famosos de toda su carrera.
Alejandro Ortega 